sábado, 20 de julio de 2013

Mi pequeña golondrina (parte 1)

    -Venga, Jane – dijo una madre a su hija para que saliera del vehículo –. La abuela nos está esperando.
    Jane salió del coche y se dispuso a seguir a sus padres y a su hermano mayor. Tenía dieciséis años y hacía más de trece años que no veía a la mujer que esperaba tras la puerta de aquel viejo caserón al que se acercaba y no recordaba nada de ella, de esa mujer que ni siquiera era su abuela, sino su bisabuela.
    Estaban en las afueras de Ibybridge, un pequeño pueblo de Inglaterra. La familia había tenido que viajar allí desde Londres, donde vivían, por lo que el viaje se les hizo muy largo y pesado, pero ahora que habían llegado, estaban muy contentos.
    Jane subió las escaleras de madera que crujieron con su peso para llegar ante la puerta de la vieja casa. La madera era el material que más abundaba en la construcción y le daba un toque muy rústico a la vivienda.

    Su padre tocó al timbre y un sonido grave retumbó por toda la casa, seguido de un segundo, como si fuera un eco. Pocos segundos después oyeron la voz de una mujer:
    -¡Ya voy! – decía.
    Poco después, una mujer bajita y de pelo blanco como una nube, abrió la puerta y recibió a la familia con una sonrisa.
    -¡Bryan, cuánto tiempo sin verte! – dijo mientras se acercaba al padre de Jane para darle un fuerte abrazo.
     -Me alegro mucho de verte, abuela – contestó él, devolviéndole el abrazo.
     -¿Estos son Paul y Jane? – dijo la mujer cuando se separó de su nieto – Madre mía qué grandes estáis y qué guapos.
     A pesar de que ninguno de los dos se acordaba muy bien de su bisabuela, no pudieron evitar sonreírle y abrazarla con cariño. No la conocían, pero era de la familia y muy pronto se encariñaron con ella.
    Después de los saludos, pasaron a la casa. La anciana les mostró las habitaciones y tras dejar las maletas en su sitio, bajaron a comer.

    Jane estaba sorprendida con su bisabuela, la cual a pesar de superar los cien años, estaba en muy buena forma: subía y bajaba sin dificultad las innumerables escaleras de la casa, hacía las tareas domésticas todos los días, aunque con ayuda de una asistenta, ya que la casa era demasiado grande; y siempre salía a pasear, hiciera frío o calor.

1 comentario:

  1. Visita mi blog,tienes una sorpresita en mi blog ;) Visitalo!!!

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