Al día siguiente, Laura se tuvo que
levantar muy temprano para empezar a recoger las cosas y dejar la habitación
antes de que llegaran los nuevos ocupantes. Todos los años le pasaba lo mismo,
al llegar el momento de partir, ella no quería irse, no quería separarse de
Miguel durante un año más. Aún así, Laura sentía que este año tenía muchas más
ganas de quedarse. Se sentía como si dejara atrás una parte de ella.
Sus padres ya estaban metiendo las maletas
en el coche, pero Laura lo único que hacía era mirar a su alrededor, esperando
a que Miguel fuera a despedirse. Al no verle, le envió un mensaje y le llamó,
pero el móvil del chico no daba señal. Sus padres se subieron al coche y le dijeron
a su hija que subiera también, que tenían que irse ya. Laura volvió a mirar
hacia las puertas de hotel, pero nadie salió; incluso tardó más de lo normal en
abrir la puerta del vehículo para darle más tiempo a su amigo a aparecer… Ya
estaba agachando la cabeza para introducirse en el coche cuando alguien gritó
su nombre:
-¡Laura!
Ella giró la cabeza hacia la procedencia de
esa voz, aunque con solo escucharla sabía de quién era. Salió del coche
rápidamente y se alejó un par de metros del vehículo mientras Miguel corría
hacia ella. Los dos se dieron un fuerte abrazo cuando se encontraron.
-Creía que no ibas a venir – dijo Laura sin
separarse de Miguel.
-El ascensor se ha averiado - respondió él con una pequeña sonrisa – Qué
oportuno, ¿no crees?
-Sabes de sobra que las escaleras son más
rápidas – le dijo ella sonriendo también.
-No pienso coger un ascensor en lo que me
queda de vida – dijo Miguel riéndose.
Los dos se separaron por fin y se quedaron
así, sonriendo. El corazón de Laura latía rápidamente, como aquella noche en la
playa, pero esta vez la sensación le gustó. El claxon del coche de la chica
interrumpió el intercambio de sonrisas.
-Tengo que irme ya – le dijo a Miguel –
Adiós.
-Adiós.
Laura se dio la vuelta para dirigirse al
coche, sin embargo se sentía vacía, como si aún le quedara algo por hacer. No
había dado ni dos pasos cuando Miguel la agarró de la mano e hizo que se diera
la vuelta. En apenas un segundo, sus labios se juntaron con los de Miguel. Al principio
Laura se sorprendió, pero al final le devolvió el beso mientras su corazón se
aceleraba todavía más.
-¿Te
veo el verano que viene? – le preguntó Miguel cuando sus labios se separaron.
-El que viene y todos los demás – respondió
ella.
Se quedaron mirando durante un breve
instante.
-Te voy a echar mucho de menos – dijo Laura
mientras rodeaba con sus brazos el cuerpo de Miguel.
-Y yo a ti – dijo él, devolviéndole el
abrazo.
Se abrazaron por última vez y Laura se
dirigió al coche. Sus padres no le dijeron nada, a pesar de que habían visto lo
que acababa de ocurrir, ellos simplemente sonreían. Mientras el coche se ponía
en marcha, Laura bajó el cristal de la ventana y se despidió de Miguel con la
mano. Él le sonrió ampliamente y también se despidió.
Cuando Laura le perdió de vista, se apoyó
sobre sus brazos, cerró los ojos y dejó que el aire le diera en la cara. No
paraba de sonreír y en su cabeza se repetía una y otra vez su despedida con
Miguel, deseando que pasara rápidamente ese año para volver a verlo.
Tantos años juntos y justo en ese momento
se enamoran. En fin, el amor no surge en un día, ni en dos, ni en tres. Tiene
que aparecer poco a poco, consolidándose entre dos personas, en sus ratos
juntos, en sus risas y momentos difíciles. El amor necesita tiempo, pero cuando
ese tiempo termina, el amor se convierte en lo más valioso que puede tener una
persona.
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Aquí acaba Unas vacaciones para recordar. Espero que os haya gustado y me pondré enseguida a escribir más historias así :)
Wow! Que potito! :') Sí, me gustan las historias así, espero más como estas :)
ResponderEliminarBesoos!!^^