domingo, 1 de septiembre de 2013

La tormenta

    El retumbar de un trueno la despierta en mitad de la noche. Se siente desorientada y perdida y no es hasta que encuentra a su querido osito de peluche entre las sábanas cuando se siente segura. Sus ojos se acostumbran a la oscuridad que reina en su habitación sumiendo todas sus cosas en penumbra, haciendo que sienta miedo de todo lo que le rodea, de todo lo que le es tan familiar.
    El rugido de la tormenta que hay fuera le hiela la sangre, las gotas de agua chocan una y otra vez contra el cristal de su ventana como si intentaran hacerse paso hacia el interior, y el viento sopla contra las persianas subidas como si fuera un alma en pena, aullando, lamentándose. Pero sin duda alguna, lo peor de todo, lo que más le asusta, son los truenos, los relámpagos, los rayos... Esos fogonazos de luz que la ciegan por un instante, seguidos de una explosión de sonido que hace temblar todo su cuerpo, acelerando los latidos de su corazón. Es como si el cielo se estuviera partiendo en dos, como si se estuviera rompiendo.
    Se sienta sobre su cama y estira el brazo para encender su lámpara de noche, buscando algo de luz. "CLICK", pero no ocurre nada. "CLICK", "CLICK", la luz no se enciende. Ha habido un apagón.
    Reúne un poco de valor para mirar al exterior, al otro lado de la ventana, a la tormenta que la mantiene despierta y asustada, pero apenas consigue distinguir nada. Las farolas de su calle están también apagadas, nubes negras se ciernen sobre la ciudad mientras dejan caer esas gotas de agua para que se choquen contra el asfalto, los coches, las casas... Todo es negro, oscuro, sin color. Negro sobre negro y agua sobre agua. No se ve la tormenta salvo cuando un rayo la ilumina con su resplandor blanco, eléctrico, rápido, pero la niña no quiere verla.
   Asustada, vuelve a esconderse entre las sábanas, abrazándose con fuerza a su oso de peluche para que le dé fuerzas, escondiendo la cara en la almohada para no ver la lluvia estrellarse contra su ventana, ignorando esas explosiones que la hacen estremecer... Solo esperando a que todo acabe, a que las nubes se alejen y dejen paso a la luna y las estrellas para iluminar el mundo.
    Con el pensamiento de que todo va a acabar y que el sol volverá a salir, la niña se duerme en mitad de la tormenta.


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